Wednesday, September 23, 2020

CARTA A REVOPROSPER

(Imagen de Casdeiro)
 

El siguiente texto fue mi respuesta a un artículo publicado en www.revoprosper.org por Neus Casajuana (https://www.revoprosper.org/2020/09/19/urge-descarbonizar-a-marchas-forzadas/). En primer lugar quiero decir que los contenidos y propósitos de esa web son de mi agrado y aplaudo su trabajo. Se habla de decrecimiento y cenit del petróleo de forma explícita, eso está bien. Lo que no me gusta tanto es que percibo un esfuerzo excesivo, y bienintencionado sin duda, por divulgar todo aquello que tenga que ver con la posibilidad, en mi opinión poco realista, de esquivar el colapso.

En el artículo se aplaude la propuesta de Ursula von der Leyen de reducir para 2030 las emisiones de gases de efecto invernadero un 55% respecto a 1990 en la UE. Para mí esa propuesta, además de ser un brindis al sol, se queda corta en relación a las necesidades reales de decrecimiento que tenemos por delante para enfrentar la crisis climática y ecológica.

Se dice también que la solución pasa por exigir a nuestros gobiernos que se apliquen políticas del estilo de las "Cuotas negociables de energía" (TEQs acrónimo en inglés) o los "Impuestos al carbono y dividendos" (Fee and Dividend en inglés). A mí todo eso me lleva a eco-incógnita.

Es sabido que el ahorro y la eficiencia no funcionan sin racionamiento de la energía: como la energía añade valor a las cosas, permite ganar dinero, entonces, sin racionamiento, en una economía donde el objetivo es ganar el máximo dinero, el ahorro y la eficiencia de unos lleva a que quede una energía libre que será aprovechada por otros rápidamente para ganar dinero.

Pero estas medidas, aunque proponen un mecanismo de racionamiento, permiten la compra-venta de los derechos sobre el uso del carbono. Pretenden que el capitalismo y el libre mercado, y la libertad de hacer el uso que se quiera de la energía (fabricando estupideces), pueden continuar sin problemas en un contexto regulado de energía global menguante.

Si permitimos que el objetivo de la economía siga siendo la maximización de beneficios, cuando la energía disponible es cada vez menor, estos beneficios acabarán obteniéndose a base de más degradación ecosistémica y más incremento de la pobreza social. Así, se conseguirá con estas medidas, que los ricos puedan consumir más barato lo que los pobres ya no puedan permitirse, incrementándose las desigualdades en contra del pretendido carácter social. Y si suprimimos lo social del eco-socialismo, podemos acabar en eco-fascismo.

 

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Neus, me gustaría hacer notar que incluso la propuesta de Ursula von der Leyen puede que se quede bastante corta. Eso es “solo” una reducción de emisiones del 8% anual. Al menos a nivel de emisiones globales necesitamos unas tasas de reducción mayores.

Según lo explicado en un artículo de Timothy Lenton de 2019 (https://www.nature.com/articles/d41586-019-03595-0), si queremos tener al menos un 50% de posibilidades de no superar los 1.5 grados cent. por encima de niveles preindustriales, sólo podemos emitir 500 Gt de CO2 adicionales (el budget de CO2 lo llaman). Pero teniendo en cuenta que las emisiones del Permafrost se llevarían por delante 100 Gt de ese budget y la degradación del Amazonas y bosques boreales otras 90 Gt y 110 Gt respectivamente, solo nos quedarían 200 Gt disponibles para emitir.

Para poder cumplir con este draconiano presupuesto, como actualmente quemamos cerca de 40 Gt en un año, tendríamos que decrecer en emisiones de CO2 a un ritmo del 17% anual durante 20 años, para llegar a emisiones nulas sin pasarnos de esas 200 Gt. Así emitiríamos 190 Gt en total. Esto es la suma de 20 numericos 33.2+27.6+22.9+…+2.9+2.4+2+1.7+1.4+1.2+1 = 190 (cada sumando es la cantidad emitida en cada uno de los 20 años, que se va reduciendo en un 17% cada año). Pero 17% es más del doble de lo que Ursula propone.

No obstante, lo que decía el informe del IPCC de 2018 respecto al budget disponible de CO2 para no superar los 1.5 grados cent., es que debíamos alcanzar emisiones cero alrededor del 2055. Esto supone una reducción anual del 10%, partiendo de las 40 Gt en 2020. Pero, lamentablemente, este escenario de reducción incumple el budget de 200 Gt al que se alude en el artículo de Lenton, ya que la suma de los 35 valores correspondientes a los 35 años de reducción asciende a 350 Gt.

Como podemos comprobar, no es fácil dilucidar cuánto necesitamos decrecer para evitar entrar en escenarios catastróficos del calentamiento global (2 grados cent. por encima de niveles preindustriales). Eso es así, porque las distintas predicciones se basan en diferentes modelos matemáticos, cada uno de ellos asumiendo unas simplificaciones diferentes.

Lamentablemente, es más fácil saber lo que sí podemos decrecer que saber lo que debemos decrecer. Y lo que vamos a decrecer está completamente determinado por la situación de declive de la industria petrolífera. No es un declive motivado por la buena conciencia planetaria y determinación de nuestros políticos y poderes fácticos, es un declive impuesto por los límites biofísicos que ya han sido extralimitados.

El 81% de toda la energía que consume nuestra megamáquina viene de los combustibles fósiles. El 32% de toda la energía que consume nuestra megamáquina viene del petróleo. Esto no es caprichoso, y se debe a que la densidad energética y versatilidad del petróleo es muy superior al resto de fuentes de energía. Pero cada vez es más costoso extraer lo que queda de combustibles fósiles (la mitad aprox.) y la energía neta que se obtiene de ellos ya es cada año menor. Esto es la llegada del peak oil.

Según conclusiones del informe de la Agencia Internacional de la Energía de 2018 (analizado por Antonio Turiel en https://crashoil.blogspot.com/2020/04/la-tormenta-negra.html), si la producción de la ruinosa y depredadora industria del fracking se multiplica por tres, se pronostica una caída del sector petrolero de tan solo el 13% para 2025. Esto es una tasa de decrecimiento anual del 2.5% aprox. Pero si el fracking se multiplica por cero (y es lo más probable a juzgar por los datos https://crashoil.blogspot.com/2020/09/nadie-al-timon.html), la caída será del 40% para 2025. Esto ya es una tasa de decrecimiento del 10% anual aprox. Podemos asumir que la cantidad de emisiones de CO2 es exactamente proporcional a la cantidad de petróleo consumido, ya que si baja la cantidad de petróleo disponible, todo el resto de actividad que también genera emisiones bajará en una proporción similar debido a su dependencia del petróleo, porque es el petróleo la sangre que mueve nuestra megamáquina de producción y consumo.

Como podemos ver, no es seguro que el peak oil, aun devastando a la economía mundial, nos salve del calentamiento excesivo. Tan solo asegura un decrecimiento del 10%, lo que estaría de acuerdo con el presupuesto marcado por el IPCC, pero quedaría por debajo de lo exigido según el budget de las 200 Gt del artículo de Lenton.

Conviene por último hacer notar que administraciones y corporaciones, apelando al Green New Deal, al desarrollo sostenible, la digitalización, la des-materialización, etc, nos quieren hacer creer que podemos continuar enganchados a un montón de estupideces innecesarias sin dañar al planeta, pero eso es mentira: no se puede fabricar lo que consumimos hoy en día sin usar cantidades ingentes de energía fósil y recursos no renovables y sin seguir dañando los ya de por sí moribundos ecosistemas planetarios. Y no se puede llenar el planeta de coches eléctricos, paneles solares, baterías y molinillos sin usar cantidades ingentes de energía fósil y recursos no renovables y sin seguir dañando los ya de por sí moribundos ecosistemas planetarios. Todo eso es Greenwashing. Cortina de humo. Siempre se habla en los medios mainstream de que el objetivo es reducir emisiones dando a entender que esto se puede hacer sin decrecimiento económico, sin descenso del PIB. El enemigo siempre son las emisiones de CO2 y no nuestra manía de querer tener repletas las estanterías de los supermercados o los tanques de las gasolineras. Se vende que el capitalismo tiene arreglo, que sólo es cuestión de voluntad política y no es cierto.

El capitalismo por definición vive del flujo del capital y de su reproducción. El dinero se ha de mover y al hacerlo crece. Pero al hacer circular el dinero siempre hay un gasto energético, y el 81% de ese gasto es de origen fósil. El capitalismo no tiene arreglo, y además está muriéndose. Pero lo triste es que ni siquiera vamos a poder dar una alternativa eco-social a este sistema depredador. Aún no. Aún tenemos que sufrir la siguiente parada del “tren de la bruja” colapsista: el eco-fascismo.

Sí, los super ricos llevan tiempo preparándose para esto. Saben que a los pobres del tercer mundo no les va a hacer gracia enterarse de que ya no va a haber petróleo para que ellos puedan crecer, después de siglos esclavizados, habiendo creído que algún día el mágico efecto goteo del capitalismo les irrigaría lo suficiente. Saben que a los pobres del tercer mundo no les va a hacer gracia enterarse de que las élites del primer mundo les quiere dejar morir (literalmente) ante la debacle del calentamiento global y del resto de crisis globales, principalmente provocadas por los desmanes primer-mundistas. Saben que los pobres del mundo enfurecidos pueden aplastarlos y se han preparado para evitarlo y poder proseguir con su opulento estilo de vida a costa de quedarse para ellos solitos todo el menguante pastel fósil.

Se aproximan tiempos muy difíciles, sobre todo para los desarrapados del tercer mundo. Pero en el primer mundo la gente de a pie vamos a tener que escoger entre (a) entender que no podemos seguir con nuestro estilo de vida opulento y aceptar el camino de la frugalidad, o (b) creernos los "cantos de sirena digitales” de la manipulación corporativa y acabar poniendo en bandeja de plata el poder político en manos de las élites eco-fascistas. En mi humilde opinión, la ignorancia generalizada y embriaguez a la que estamos sometidos junto con nuestra adicción a lo accesorio, harán que escojamos la segunda opción. Ojalá me equivoque.

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