Friday, May 21, 2021

VIOLENCIA Y COLAPSO

 

 


Cuando un sistema funciona a base de horadar su propio sustento vital emergen dos tipos de violencia. En primera instancia está la violencia ejercida sobre la propia base ecológica y humana. Esa la tenemos desde el principio de la agricultura, pero de manera prominente, desde el comienzo de la dinámica colonial. Después, a medida que la base va colapsando y la extracción por parte de instancias superiores va resultando fallida, emerge el segundo tipo de violencia, que es igual que el primero, pero reproducido dentro del propio subsistema dominante.

Porque cuando la base exterior a extraer se agota, hay que designar como base de extracción a las clases del escalafón inferior dentro del propio subsistema dominante. Cuando el escalafón inferior es consumido se pasa al siguiente en la jerarquía. Tarde o temprano, el propio instinto de supervivencia llevará al escalafón consumido a defenderse (esto no es violencia, sino supervivencia), pero es probable que sus logros no puedan evitar que continúen abandonados tanto a la violencia de mafias como a la violencia opresiva de las clases dominantes.

Es obvio que la gente que ha llegado a entender que esta civilización ha tocado techo y ya va cuesta abajo, lo ha hecho motivada por un sentimiento de empatía hacia el dolor de este mundo. A nadie que sueñe o haya soñado con un decrecimiento ordenado (aunque no lo vea realista) le gusta la violencia y más bien trataría de evitarla a toda costa.

Un ejemplo paradigmático de decrecimiento ordenado y no violento lo tenemos en "la Vía de la Simplicidad" de Ted Trainer, que describe exhaustivamente su idea de cómo desarrollar una nueva economía de autogestión local, resiliente y sustentable en armonía con la biosfera.

Trainer postula que solo se puede derrocar a las élites del poder ignorándolas por completo y renunciando al sustento que nos proporcionan. Esta desconexión implica también que no cabe la protesta (violenta o no) para pretender conseguir algo de las élites. Pero aunque Trainer, no trata el tema de forma directa, supongo que no se opone a la violencia en forma de autodefensa y supervivencia.

Sin embargo, el mismo Trainer admite que es muy probable que su plan ya no sea viable, dado el tempo acelerado que está adquiriendo el colapso sistémico global. Admite que ya no hay tiempo para aprender a ser autónomos y resilientes de forma voluntaria, y que el aprenderlo por la fuerza, obviamente implica pasar por toda una suerte de actitudes y experiencias violentas. Eso no quita que las manifestaciones humanas de cooperación y cuidados sean algo natural y espontáneo en tiempos de calamidad, pero no se puede ser tan ingenuo como para pensar que ese comportamiento pueda ser generalizado, ya que bien pudiera serlo tan solo marginal.

El siguiente punto en la reflexión sobre la violencia durante el colapso me lleva a un debate abierto por Carlos de Castro, que en su día causó gran revuelo. Carlos se preguntaba a cerca de la idoneidad de un colapso rápido y temprano de cara a evitar un profundizamiento mayor provocado por un colapso lento [https://www.15-15-15.org/webzine/2015/04/26/en-defensa-de-un-colapso-de-nuestra-civilizacion-rapido-y-temprano/].



El colapso rápido (línea roja continua) se queda también rápidamente por debajo de sus límites (línea roja discontinua), y aunque el límite tiende a ser erosionado una vez iniciado el sobrepasamiento, se va recuperando aunque de manera lenta a escala humana. Sin embargo, el colapso lento (línea verde continua) y sus límites (línea verde discontinua) profundizan mucho más, porque el sistema tarda en aprender a ajustarse demasiado tiempo y se sobrepasan puntos de no retorno.

Esta reflexión causó estupor dentro del propio grupo de investigación de Carlos (grupo de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid), cuyos esfuerzos van precisamente en la línea de un decrecimiento ordenado con el concurso de los gobiernos de la sociedad tenco-industrial europea. E imagino que ellos, no tanto Carlos, aún creen que mediante este concurso se puede dar un decrecimiento ordenado lo suficientemente rápido como para no ponernos en el escenario de las líneas verdes de la figura.

Y esto me lleva al Peak Oil. El cénit de la producción de todo tipo de hidrocarburos se dio previsiblemente en 2018, y las tendencias apuntan a una disminución del 50% de la producción de aquí al 2025. Esta apabullante realidad ha sido documentada y analizada a partir de datos de la Agencia Internacional de la Energía por varios expertos, entre los que destaca Antonio Turiel.

¿Y por qué entra ahora el Peak Oil en escena en el debate abierto en este escrito justo después de la reflexión de Carlos de Castro? Porque para algunos, el Peak Oil podría ser ese cisne negro que nos llevaría a un colapso suficientemente rápido como para evitar cruzar los puntos de no retorno que podrían llevarnos a la extinción.

Algunos pensamos que lo único que puede parar a la Megamáquina, antes de desgarrar demasiado sus propios límites, es quedarse sin combustible. Y esto implica admitir inevitable grandes dosis de violencia global y local, pero se hace para evitar tener que admitir la extinción temprana de nuestra especie.

Para justificar la creencia de que solo puede pararnos el Peak Oil, voy a volver a Carlos de Castro, esta vez sobre su Teoría de Gaia Orgánica.

La vida en la Tierra se ha comportado como un fractal autorregenerativo, en el que las partes a una determinada escala del fractal se iban configurando a través de la cooperación y la simbiosis para dar paso a una escala u organismo superior, de manera que las partes del sistema acaban transfiriendo su telos (fin o propósito) al organismo de organismos.

Entre los ejemplos paradigmáticos están el de la célula eucariota (unión de células procariotas y virus), el del liquen (simbiosis entre hongo y alga), o el del termitero.

Y en mi opinión, eso mismo ha pasado con los individuos humanos y la Megamáquina tecno-industrial. Ya perdimos nuestro telos hace tiempo y funcionamos por y para la Megamáquina.

No es solo que las dinámicas emergentes de este sistema complejo no se pueden explicar por la mera suma de sus componentes, y por tanto ser desmanteladas por la identificación y anulación sucesiva de estos componentes, sino que la mera intención de escapar del sistema o de ejercer un control sobre el mismo es un puro espejismo de libertad, ya que los individuos que intentan ejercer ese control ya han perdido su telos y son parte funcional del sistema. La única forma de que las partes del sistema recuperen su telos, su libertad, es que el sistema vaya colapsando y devolviendo de nuevo el telos hacia sus partes, y es principalmente en este punto donde el colapso, pese a todo, se hace deseable.

Está claro que siempre puede haber partes disfuncionales en todo sistema, pero en el caso de la civilización global tecno-industrial configurada a partir de la segunda mitad del siglo XX, la influencia de estas ovejas negras de cara a un colapso rápido ha sido claramente irrisoria.

Pero la visión de esta realidad no debe llevarnos a la inacción. Si la especulación urbanística le va a quitar a uno los últimos árboles de su pueblo, es legítimo hacer todo el ruido que esté en su mano para evitarlo. Y es muy legítimo no llegar durante esta protesta al punto de convertirse en una parte disfuncional del sistema y acabar perdiéndolo todo, o peor, haciendo mucho daño a terceras personas (pongo el ejemplo de Unabomber). Tenemos el derecho de protestar y disentir y acto seguido continuar disfrutando de los supermercados y las gasolineras. Tenemos también todo el derecho de pensar que somos lo suficientemente libres, sabios y magnánimos como para poder modelar el sistema desde dentro para lograr evitar todo el dolor posible. Y sí, también tenemos el derecho de pensar que no ser libres no es culpa nuestra, y que el Peak Oil nos vaya a devolver nuestra libertad, aunque dolorosamente, tampoco es culpa nuestra.

Mi conclusión es que el ser humano debe aprender a vivir y encajar dentro del marco que le viene impuesto en el espacio-tiempo, sin culpa, sin autocomplacencia, sin odio, sin envidia, y englobándolos a todos, sin miedo. Pero también es cierto que parte de su condición inalienable es un deseo irrefrenable de moverse por el filo del límite de ese marco, tratando de superarlo. Cuando el mundo aún estaba vacío de nosotros aún era posible este margen de maniobra y este deseo podía ser satisfecho. Ahora ya no existe ese margen de maniobra, aunque el deseo persista y no se pueda (ni deba) evitar sentirlo y no se pueda (ni deba) evitar querer cumplirlo.

Thursday, May 13, 2021

DEBERÍAMOS O DEBEREMOS

 


"... estamos al borde de un cambio de sociedad. Nos guste o no, este cambio es inminente, inevitable, y probablemente sea brutal. ... esta creencia se basa en dos fenómenos: el colapso ecológico-climático por un lado, y el cenit de la producción de petróleo por el otro. El colapso ambiental nos dice que deberíamos cambiar y el pico del petróleo nos dice que deberemos cambiar: son dos caras de una misma moneda." [inspirado en Ver o no ver, Alberto Montiel].

Echemos un vistazo rápido a las dos caras de esa moneda.

Empecemos por el DEBERÍAMOS:

"La UE ha establecido su propio objetivo climático, consistente en reducir las emisiones en al menos un 55% para 2030 en comparación con los niveles de 1990. Se trata de uno de los objetivos climáticos más ambiciosos hasta la fecha" [https://www.climaterra.org/post/crisis-clim%C3%A1tica-nuestros-hijos-se-enfrentaran-a-guerras-por-la-comida-y-el-agua].

¿Y cómo pretende la UE descarbonizar al 55% la movilidad privada de aquí al 2030? ¿Prohibiendo circular por la ciudad? ¿Desincentivando la fabricación de vehículos privados? ¿Invirtiendo en electrificar las vías de ferrocarril? No, qué va. Lo que quieren es que TODOS cambiemos nuestro coche de gasolina o diésel (sobre todo diésel) por uno eléctrico. Creen que con sus inyecciones de capital, y externalizando o ignorando los costes ambientales de la extracción y fabricación, van a conseguir que siga bajando el precio del coche eléctrico, y en sus sueños más pueriles, el del coche de hidrógeno, hasta que la masa, pese a estar cada vez más empobrecida, esté en disposición de comprarlos.

Van a arrasar con ecosistemas enteros en Extremadura y norte de Portugal y con las comunidades rurales que viven en armonía con esos ecosistemas para poder extraer el litio para fabricar las baterías:

https://www.elsaltodiario.com/mineria/desmontando-litio-extremadura-piramide-mentiras

https://es.euronews.com/2021/04/23/la-explotacion-de-minas-de-litio-causa-controversia-en-portugal

Pero dejemos de lado por un momento que está demostrado que no hay suficiente litio ni suficiente de nada para hacer esa transición, y que usar la tecnología del hidrógeno o la eléctrica para la movilidad masiva es añadir más ruina económica y medioambiental a nuestra ya de por sí depauperada situación. ¿Es cierto que el coche eléctrico contamina menos que el coche tradicional? Parece que sí, pero no tanto:

"La Agencia Europea del Medioambiente asegura que sí, en un informe sobre esta clase de vehículos publicado en 2018 ... El estudio concluye que con la actual mezcla energética de la Unión Europea las emisiones de un coche eléctrico son entre un 17% y un 30% menores que las de los vehículos convencionales, y que con las previsiones actuales de decrecimiento del carbón como fuente de energía en la UE para 2050 las emisiones serían al menos un 73% menores que las de los vehículos propulsados por hidrocarburos." [https://www.newtral.es/cuanto-contamina-fabricar-coches-electricos-y-recargar-las-baterias/20191207/].

O sea, que el promedio actual está en un 23.5% menos contaminante. Si la UE prevé que en 2050 serán un 73% menos contaminantes, eso significa, suponiendo una evolución lineal, que en 2030 el coche eléctrico será un 38.9% menos contaminante. Para simplificar el razonamiento supongamos que de aquí al 2030 ese porcentaje es todo el tiempo igual al 40%, aunque esto implique ser más tecno-optimistas incluso que la propia www.newtral.es.

Pues bueno, eso significa que de aquí al 2030, si sustituimos todo el parque de vehículos por eléctricos, reducimos la actual huella de carbono del parque móvil en un 40%. Pero, según la UE DEBERÍAMOS reducirla en un 55%. Eso implica que, para ser coherentes con el DEBERÍAMOS, un 15% de la movilidad privada debería sencillamente desaparecer de aquí al 2030.

Extrapolando este razonamiento, para el 2050, la UE quiere que ya no emitamos ningún CO2, pero si para ese momento los coches eléctricos tan solo dejarán de emitir un 73%, ¿significa eso que eliminando un 27% de la movilidad para el 2050 llegamos a las emisiones nulas? No, incluso dejando un único coche eléctrico funcionando, éste seguiría emitiendo el 27% de lo que emitiría su equivalente fósil, y eso no son emisiones nulas, que es el objetivo para 2050. Lo que alegarían los interesados en el negocio de la movilidad privada es que se comprometen a la recaptura de CO2 equivalente a las emisiones de su sector. Pero entonces, habría que preguntarse hasta dónde es realista el compromiso de la recaptura.

Veamos cuánto habría que recapturar cada año para que el sector del automóvil privado no emitiera nada. El automóvil privado supone el 18% de las emisiones de CO2 europeas; si actualmente Europa emite 4200 mill. de toneladas de CO2 equivalentes al año (aprox.), esto significa que el coche privado emite 756 mill. de toneladas. Si suponemos una migración completa al coche eléctrico esto se reduciría hasta 204 mill. de toneladas en 2050 (un 73% menos). Ahora, un árbol absorbe de media 40 Kg de CO2 al año, lo que implica que Europa necesitaría plantar  5100 millones de árboles de aquí a 2050 para compensar las emisiones de la completa sustitución del coche fósil por el eléctrico. Si suponemos que caben unos 200 árboles por hectárea, esto nos da que necesitaríamos reforestar una superficie total de 25.5 millones de hectáreas, o una superficie equivalente a la mitad del territorio español. No parece factible.

Este escenario es sumamente tecno-optimista e irresponsable, porque ignora todos los límites físicos, ambientales, económicos y sociales que se oponen a esa transformación. Hemos esquilmado el planeta hasta sus entrañas con una revolución industrial y ahora pretenden hacernos creer que a la Tierra aún le queda chicha para soportar otra más, y aún así seguir dándonos soporte vital después de eso. Como sociedad y especie estamos total e irremediablemente alienados si aceptamos eso.

Vamos con el DEBEREMOS:

Antonio Turiel (físico teórico del CSIC y divulgador experto en crisis energética) lleva un tiempo con el mantra de que es muy probable que la producción de petróleo baje un 50% de aquí al 2025. Por ejemplo, en uno de los últimos artículos de su blog nos dice

".. las compañías petroleras descubrieron hace unos años que no quedan yacimientos de petróleo rentables, porque a pesar de estar en precios récord perdían dinero a manos llenas; así pues, desde 2014 están reduciendo drásticamente sus inversiones y por ese motivo la propia Agencia Internacional de la Energía anticipa una caída de la producción de petróleo muy importante y ya imparable, que podría llegar a ser hasta del 50% en 2025 si no reaccionamos. Incluso si hay una fuerte reacción, una caída del 20% parece inevitable. Una caída tan grande de la producción de petróleo augura un auténtico desastre económico. Solo este año, la producción podría caer ya un 10%." [https://crashoil.blogspot.com/2021/04/la-transicion-que-no-fue.html].

También lanzó ese mismo mensaje absolutamente demoledor frente al Senado español el 12 de Abril de 2021, pero creo que sus señorías ya no recordarán nada de esa comparecencia.

¿Cómo demonios vamos a triturar media Extremadura y norte de Portugal con maquinaria pesada para extraer el litio con la mitad del petróleo que ahora nos llega? Ciertamente, aún les queda una oportunidad de salvación a esos maravillosos ecosistemas y a esas economías rurales de bajo impacto que existen ahora allí en cierta armonía con la naturaleza. Pero la salvación de la naturaleza, del futuro de nuestros hijos, pasa por un descalabro total de la economía de mercado global.

Señores y señoras del gobierno, cojan a la gente que trabaja en el sector del automóvil o del carbón y pónganlos a producir todo lo imprescindible que va a dejar de llegarnos de fuera. Pónganlos a electrificar las vías de ferrocarril que aún no lo están (el 37% en España). Pónganlos a trabajar en sus barrios o pueblos para hacerlos resilientes de verdad, para dotarlos de infraestructuras autónomas de bajo impacto ambiental y baja dependencia de insumos externos.

Actualmente la movilidad eléctrica en Europa cubre tan solo entre el 1% y el 6% del total, dependiendo del país. Por tanto, TODA nuestra economía e infraestructuras vitales actuales, todo lo que necesitamos para vivir, depende casi al 100% de la movilidad constante de cosas a base de petróleo.

Aunque solo un 40% de la energía que usamos en España viene del petróleo, el restante 60% depende al 100% de ese 40% de petróleo para poder existir. ¿Cómo vamos a transportar e instalar cientos de mega-molinos eléctricos en la cima de una montaña sin diésel? ¿Cómo vamos a remover una montaña entera para extraer el litio? ¿Cómo vamos a alimentarnos, sin diésel para tractores, o sin pesticidas y fertilizantes derivados de los combustibles fósiles?

Señores y señoras del gobierno,

No gasten el petróleo que nos queda para triturar montañas y extraer litio para que cuatro afortunados puedan seguir desplazándose a placer en sus super-tecnológicos coches eléctricos. Vamos a necesitar ese petróleo para poder arar la tierra.

Señoras y señores del gobierno,

¡Pongan a todos los parados de este país a formarse en agroecología, para que podamos comer algo cuando ya no haya petróleo!