Tuesday, December 17, 2019

HUELLA DE CARBONO


Uno de los motivos que dificultan la percepción de la envergadura de la crisis energético-climática, además de su carácter sistémico, es el tema de las cifras, su representación y la interpretación de las tendencias. Todo este tema numérico se presta mucho a la manipulación, y tendemos a dejar que el árbol nos haga perder la visión del bosque.

Se dice que la cantidad de CO2 emitido por el ser humano desde el comienzo de la era industrial asciende a 360 mil millones de toneladas. Eso lo leí en la Wikipedia, pero en otra fuente hablaban de en torno a 350 mil millones. Por un lado, parece que esos 10 mil millones de toneladas de diferencia suponga una cantidad digna de enfrascarse en encarnizadas polémicas acerca de si hemos sido más o menos malos con el planeta. Pero creo que lo importante en este caso es entender la escala aproximada del dato, y, sobre todo, poder ubicar ese dato en su contexto sistémico, es decir, no dejar que el árbol nos haga perder la visión del bosque.

Cuando uno hace una búsqueda en google a cerca de un dato concreto sobre el cambio climático encuentra multitud de entradas. Primero aparecen las publicadas por medios con más poder y, por ende, más interés de manipulación, pero al final, el orden aproximado de las cifras no se puede ocultar. Y tampoco se puede evitar que alguien con sentido común y suficiente paciencia ponga las piezas del puzle en su sitio, por muy desordenadas que estén, y sea capaz de acabar visualizando ... el BOSQUE.

Cualquiera con un mínimo de conocimiento entiende que gran parte del CO2 que emitimos es absorbido anualmente por el planeta. Se tiende a pensar en la posibilidad de poder compensar nuestras emisiones a base de plantar árboles, pero ... ¿es esto posible? A groso modo, el 55% de nuestras emisiones de CO2 son absorbidas. ¡Qué bien! ¡Además hay estudios que dicen que esa capacidad se ha incrementado en los últimos años! ¡Estamos salvados! ¡Podemos seguir con nuestro estilo de vida consumista, que nuestro planeta super resiliente puede con todo! Pero el dato importante es que el 45% restante que no se absorbe se acumula en la atmósfera, provocando el exceso de efecto invernadero.

Bien, podemos separar ese 55% de CO2 absorbido, en un 20% que se debe a la masa forestal, y en un 35% que se absorbe en los océanos. La explotación y degradación de los océanos, debida en gran medida a la acidificación causada por esa acumulación excesiva de CO2, unido al aumento de temperatura del agua marina, están mermando su capacidad de absorción. Es la riqueza y diversidad ecológica de los océanos lo que permite absorber CO2, y, aunque el crecimiento puntual desmedido de un alga debido a la falta de competidores en ciertos nichos, pueda provocar un aumento momentáneo de la absorción, al final, la falta de diversidad provocará una disminución de la absorción global.

Luego, como los árboles que hay actualmente sólo consiguen absorber el 20% del CO2 emitido, para pretender absorber a base de plantar árboles ese 45% de emisiones que van a la atmósfera, tendríamos que triplicar como mínimo la cantidad de árboles que hay ahora. Podemos plantar árboles, sí, pero ni siquiera conseguiríamos compensar el ritmo de deforestación actual. O sea que, si conseguimos que ese 20% no baje demasiado, ya vamos bien.

Un español medio emite unas 5 toneladas de CO2 anuales a la atmósfera, luego, para compensar el 45% de sus emisiones que no son absorbidas (2.3 toneladas), y suponiendo, por decir algo, que un árbol fija alrededor de media tonelada de CO2 en toda su vida, ese español tendría que plantar al menos 4 árboles al año. Además, teniendo en cuenta que se pierden unos 15 mil millones de árboles al año y que habitamos el planeta unos 7 mil millones de personas, deberíamos plantar 2 árboles más, para compensar también la deforestación. Es decir, 6 árboles al año en total. Dicho así no parece tan difícil, pero si pensamos en una familia de 4 miembros ya nos salen 24 árboles ... se complica la cosa. Tendremos que pensar en vías complementarias a ésta, si pretendemos reducir nuestra huella.

¿Y cuánto conseguimos reducir la huella de carbono si conseguimos ir en metro o en bici al trabajo de manera permanente? En mi caso, hice el cálculo y resultan 534 kilos de CO2 al año. Eso es en torno a un 10% de mi huella anual media de 5 toneladas como español. No está mal. Pero, teniendo en cuenta que el sector transporte supone el alrededor del 14% de las emisiones totales, eso nos deja un 4% restante que lo podemos atribuir sobre todo, y suponiendo que no viajemos mucho, al transporte de las mercancías que consumimos, y que mayormente no son de origen local. El 4% de 5 toneladas son 200 kilos. Como dato curioso, hace poco escuché que el consumo en España de 2 aguacates a la semana procedentes de Sudamérica, supone una huella de 41 kilos al año de CO2. ¡No nos resultará difícil recomponer nuestra lista de productos semanales importados hasta llegar a los 200 kilos!

Bueno, ya tenemos claro de dónde salen 734 de los 5000 kilos de mi huella anual, pero, ¿qué pasa con los 4266 restantes?

Bien, si observamos la distribución de las emisiones por sectores, vemos que además de transporte, la parte más importante corresponde a electricidad y calor, industria y agricultura y cambios de usos del suelo.

Por un lado, las demandas energéticas de la calefacción y agua caliente duplican a las correspondientes al resto de consumos energéticos del hogar español. Se nos dice que nos pasemos a los leds, y aunque sean caros, y obviando la huella ecológica detrás de la economía de escala extractiva necesaria para su fabricación, podríamos hacerlo. Pero, teniendo en cuenta que ello supondría un ahorro de hasta el 80% en iluminación, y que la iluminación sólo corresponde a un 4.1% del total del consumo energético, vemos que el paso a leds nos hace bajar tan sólo un 3.3% nuestro consumo total. Eso equivale a 50 días al año sin usar agua caliente (factible en verano) y a tan sólo 10 días sin poner la calefacción durante el invierno (para este cálculo se ha descontado de manera aproximada los días que nos ausentamos del hogar).
Por otro lado, sabemos que las emisiones del uso del suelo y de la agricultura son debidas a actividad de la industria agroalimentaria y su explotación ambiental y animal. Y es notable la alta dependencia que este sector tiene de los combustibles fósiles a todos los niveles: fertilizantes, funcionamiento de maquinaria, envasado, transporte, etc.

Con todo, vemos que, si además de no coger coche para ir a trabajar e intentar consumir producto local, reducimos el uso de gas para la calefacción y agua caliente y reducimos el consumo de carne, obtendremos una disminución muy importante de esas 2.3 toneladas de CO2 que emitimos cada español al año y el planeta no puede absorber. El problema es que, tanto sustituir la calefacción y agua caliente a gas por otro sistema con menos huella, como sustituir la carne por vegetales de producción local, es muy caro y sólo al alcance de pocas economías.

Volvamos al tema de la mala interpretación de datos cuando se sacan de contexto, por ejemplo, ¿qué pasa si a uno le cae en las manos un gráfico de las emisiones de CO2 anuales de los países de la zona mediterránea? Pero, ¡si es maravilloso! ¡estamos bajando mucho!

Esta bajada no es producto de políticas ecosocialistas de nuestros gobiernos. Viene de la crisis de la burbuja hipotecaria de 2009. Esto ocurrió porque el sistema crecentista, en un escenario que ya pone límites al crecimiento, deviene por necesidad en un incremento de la polarización del reparto de la riqueza: esto es, sobreacumulación por parte de unos pocos que sólo saben crecer y disminución de la capacidad de consumo por parte de la mayoría que no tiene más remedio que decrecer; y una forma de dar salida a la acumulación y el excedente que esta polarización produce, para evitar el estancamiento, es fomentar el endeudamiento de los pobres, es decir, concederles créditos para que puedan consumir excedente cuando se sabe que no podrán pagar los intereses. Para profundizar en este análisis recomiendo este artículo del sociólogo William I. Robinson (www.alainet.org/es/articulo/185866). En definitiva, lo que vemos es que la tendencia decreciente de emisiones de CO2 en los países mediterráneos continúa pese a que dicen que ya salimos de la crisis. El motivo es que los pobres de Europa, a los que se nos ha encasquetado toda esa deuda, estamos en los países del sur. Los fuertes de Europa nos llaman los PIGS (es.wikipedia.org/wiki/PIGS), y ya no les enriquecemos consumiendo su sobreproducción, por eso emitimos menos CO2, pero seguimos sin embargo enriqueciéndoles pagándoles los intereses de la enorme deuda que nos obligaron a contraer con ellos.

Debido a que ya se ha superado el pico de producción de los combustibles fósiles, y a que la tasa de retorno energético de otras fuentes o sustitutos tiende a disminuir, podemos esperar que la tendencia global de emisiones de CO2 pase a ser decreciente en pocas décadas.

Mientras eso llega, no todos los países han entrado aún en tendencia decreciente. Ahora Estados Unidos sube y Rusia baja, y es curioso observar cómo estos 2 países presentan unas tendencias antagonistas, fruto evidente de su competición histórica en los mismos conflictos de índole energética.

Hay países que empiezan ahora su desarrollo, como Nigeria, y no les podemos negar la posibilidad de que su curva de emisiones crezca un poquito.

Y lo más destacable y alarmante sin duda, es el crecimiento exponencial que algunos países, en especial India y sobre todo China, han experimentado con la globalización y la deslocalización de la producción por parte de las multinacionales occidentales: gran parte de sus emisiones no son otra cosa que las debidas a la producción de lo que consumimos aquí y se manufactura allí.

En fin, curvas que suben y bajan, hasta ahora movidas por las fuerzas del mercado y los límites de la naturaleza. ¿Seremos capaces algún día de moverlas nosotros voluntariamente a nuestro favor?

Cualquiera puede consultar estas curvas en Internet. Yo las he sacado de www.gapminder.org. En este sitio se pueden consultar, representar y descargar infinidad de datos muy interesantes de cara al análisis de nuestra crisis civilizatoria.


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