El día 4 de Marzo de 2022 dio una conferencia el veterano activista valenciano del ecologismo social Julio García Camarero, en el local destinado a la Exposición Natura Godella, en la calle Mayor nº32 de Godella, localidad pegada a la ciudad española de Valencia.
Fuimos muy pocos los asistentes. Aunque cada vez hay más gente alarmada y preocupada, todavía son muy pocas las personas conscientes de la grave situación de peligro existencial a la que nos ha llevado el sobrepasamiento de nuestra civilización tecno-industrial global.
Es ese sobrepasamiento el que ha llevado a unos rendimientos de nuestra complejidad decrecientes e incluso negativos, como queda constatado por los efectos del caos climático, del colapso ecológico, del deterioro y contaminación de suelos fértiles, ríos, acuíferos y mares, de la pérdida de biodiversidad y servicios ecosistémicos que nos hacen cada vez más vulnerables ante futuras pandemias, o del final de una abundancia de recursos energéticos y materiales que posibilitó dos siglos de delirio crecentista y cuya contracción nos lleva ahora a una competición cada vez más feroz y a un incremento insoportable de la injusticia social.
En definitiva, la civilización tecno-industrial global, en su economía unidireccional de hipertrofiada extracción, consumo y excreción, narcotizada por el inamovible mantra del crecimiento (material) perpetuo, ha llegado (ya desde hace décadas) a un punto en el que expolia de la biosfera más de lo que ésta puede reponer y expulsa más deshechos tóxicos de los que ésta puede asimilar. Cuanto más prolongamos el tiempo de nuestro sobrepasamiento, más se debilita la capacidad de carga de la biosfera para mantenernos.
Frente a esta realidad, interesa ir más allá de la enumeración de los síntomas, que nos lleva al pensamiento reduccionista de que el problema global es una suma de sub-problemas atajables cada uno por separado. Interesa analizar por tanto la sintomatología de manera holística y preguntarse por el diagnóstico y las causas: ¿cómo llegamos a esto y por qué?
También interesa preguntarse por las respuestas que puede dar la humanidad ante este descenso obligado, que son, por un lado, respuestas enfocadas a la continuidad de estructuras de poder con difícil reconciliación con los límites y equilibrios de la biosfera, como ecofascismos, neofeudalismos (respuestas reduccionistas, donde al arreglar una cosa estropeas otra), y por otro, los descensos con vocación eco-social, como los propuestos por el movimiento decrecentista, por la economía ecológica o circular, o la permacultura (respuestas holísticas, todo está conectado, nuestra economía pues, ha de ser parte de la economía de la biosfera). Todo parece indicar que en el futuro cercano tendremos que coexistir con una combinación de ambos.
De todo esto nos habló Julio. Podéis encontrar aquí una muestra de su trabajo de divulgación.
El lugar de la conferencia fue especialmente indicado para acoger su mensaje, ya que se ha convertido en lugar de culto y peregrinación para mucha gente de Godella preocupada por la crisis eco-social especialmente sufrida en las carnes godellenses. Allí se puede disfrutar desde el 12 de Enero de 2022 de una exposición pensada para revalorizar los espacios naturales de Godella y concienciar a la gente de cara a su conservación.
"Salvem Godella" es una iniciativa vecinal del pueblo de Godella para luchar por la conservación de los pocos espacios naturales de alto valor ecológico que quedan por los alrededores. Ya consiguieron detener la Modificación del Plan General (PGOU) que acababa con uno de esos espacios naturales, la Lloma dels Frares, pero hay que seguir trabajando en la protección de la Canyada de Trilles, que pasa por la tramitación de un nuevo Plan General que materialice la caducidad del PAI que amenaza esta zona.
Godella es un ejemplo práctico y extrapolable de uno de los eslabones que protegen, como un cinturón natural, la ciudad de Valencia y sus alrededores. Un pulmón natural fuente de oxígeno, barrera de contención de contaminación y protector contra pandemias para la ciudad de Valencia y alrededores. La destrucción de los entornos mediterráneos y la construcción no sostenible, suponen un problema de aumento de temperatura, gestión de recursos acuíferos e impermeabilización de terrenos.
La muntanyeta de la Torre del Pirata es un espacio pendiente de urbanizar desde hace casi dos décadas en la localidad valenciana de Godella. Catalogado como suelo urbanizable en el Plan General (PGOU) de 1990, el desarrollo de este sector, Canyada de Trilles, se impulsó a principios de siglo (2002) con el objetivo de construir medio millar de viviendas en el PAI (Programa de Actuación Integrada) que afecta a unos 150.000 metros cuadrados. Sin embargo, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria a finales de la primera década de 2000 paralizó un proyecto que ahora se intenta retomar pese al rechazo de diferentes colectivos vecinales, que reclaman la protección de este espacio como paraje natural.
En 2015, después de una moratoria de cuatro años, se inició un proceso de caducidad de esta actuación. Sin embargo, cinco años después, en 2020, el Ayuntamiento de Godella dejó sin efecto esa caducidad y se retomó el proceso de urbanización en lo que la concejala de Unides Podem (UP) Irene Ferré califica como una decisión "de dudosa legalidad", al considerar que es una actuación "incorrecta administrativamente". UP votó en contra en el pleno y presentó un recurso contencioso-administrativo contra este acto: "Estamos ante un continuo de irregularidades". Según explica Ferré, el Ayuntamiento alega para no proceder a la caducidad del programa que esta decisión tendría un elevado coste económico.
El elevado coste económico al que se refiere el ayuntamiento se debe al coste del desarrollo de un nuevo Plan General que invalide al antiguo y nefasto "Plan". Ese coste sería en torno a 200 mil euros. Sin embargo, recientemente el ayuntamiento de Godella adquirió una nave industrial por valor de más de 800 mil euros para ubicar a técnicos y policía local.
El argumento esgrimido por el actual equipo de gobierno del ayuntamiento de Godella sobre la supuesta falta de músculo financiero, es una escusa que viene usando para eludir su responsabilidad en el servicio público orientado al bien común y, más bien, para poder orientar su actividad hacia el bien particular.
Y es que en Godella estamos muy cansados ya de que desde las instituciones nos la metan doblada:
Sí hubo consenso en el Ayuntamiento en 1990, cuando se aprobó el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que coloreó como zona verde pública el área adyacente al colegio del Sagrado Corazón, propiedad de las monjas desde 1898.
El origen de esa zona verde era, sin embargo, anterior. El Plan Comarcal de 1946 ya la recogía, aunque aquella declaración no tuvo efectos prácticos. Tampoco tuvo inicialmente consecuencias la aprobación del Plan General de 1990. La congregación presentó 7.000 alegaciones y recurrió el mismo ante los tribunales. El Consistorio se dedicó en los años siguientes a financiar otras dotaciones que también figuraban en el PGOU. Un polideportivo, un edificio para servicios sociales y un centro cultural entre ellos. La justicia tardó una década en validar la postura del Ayuntamiento, rechazando los reparos de la congregación.
Para entonces, año 2000, la valoración de los terrenos había cambiado. El Gobierno de José María Aznar dispuso que para calcular su precio no se tomaría como referencia el precio catastral, sino el de mercado, sustancialmente más alto. La congregación cambió entonces de criterio y pidió que el terreno le fuera expropiado. Una opción que se permite a los propietarios afectados por la aprobación de un PGOU.
Si el Ayuntamiento había valorado la zona en 180.000 euros en 1990, las religiosas reclamaban ahora 33,7 millones de euros. El Jurado Provincial de Expropiación fijó en 2006 la indemnización en 11 millones. Hubo recursos del Ayuntamiento, para rebajar el importe, y de la congregación, para elevarlo. El Tribunal Supremo zanjó la polémica en 2012 confirmando el precio del jurado de expropiación. Sumados los intereses, Godella debía pagar 16 millones de euros. [...] por un terreno que en la práctica nunca ha sido público y la congregación mantiene vallado.
El Ayuntamiento de Godella y las Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús han llegado a un principio de acuerdo sobre la indemnización a pagar por unos terrenos que en 1990 se incluyeron como zona verde en el Plan General de Ordenación Urbana con un coste previsto para las arcas municipales de 180.000 euros y que el paso del tiempo, los cambios legales y la burbuja inmobiliaria dispararon hasta 11 millones la década pasada (18 hoy contando los intereses), según la sentencia del Tribunal Supremo que zanjó un largo pleito.
La congregación, conocida como "las monjas" en Godella, donde gestiona un conocido colegio, ha aceptado reducir a cerca de ocho millones y medio de euros el importe y ampliar hasta 15 años, al menos, el periodo de pago. A falta de concretar los detalles y de formalizar el pacto, la solución alejaría la sombra de la intervención judicial del municipio, que con un presupuesto de nueve millones de euros veía imposible poder hacer frente de una vez al precio fijado por la expropiación.
Ya nadie en Godella habla de "la deuda con las monjas" que el santo y justo Tribunal Supremo nos obligó a contraer a todos sus ciudadanos. Es un tema tabú, así como lo es en nuestra sociedad colapsante cuestionar el crecimiento. Pero, como se suele decir, "de aquellos polvos, estos lodos".
Y no dudo de que el Tribunal Supremo y el equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Godella solo y exclusivamente hayan hecho su trabajo de la mejor manera posible, siguiendo a rajatabla unas directrices diseñadas para facilitar la trampa del más fuerte y posibilitar la acumulación material en cada vez menos manos. Tampoco dudo de que las monjas del Sagrado Corazón de Jesús, como empresa que se dedica a reproducir el capital en lugar de la vida (lo único que pueden hacer empresas e instituciones en este nuestro régimen) tengan impedimentos para hacer otra cosa que no sea ejercer ese quehacer. Pero de lo que tampoco dudo, es de que luchar por conservar nuestros pocos activos naturales restantes sea de las pocas cosas que marcarán la diferencia apuntada por Julio en sus reflexiones: aquella dada entre un decrecimiento feliz y otro infeliz.
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