Tuesday, September 14, 2021

CRÓNICAS MARCIANAS

 

Diseño de cómo podría ser el exterior de una de las ciudades de Marte. (ABIBOO Studio - SONet)

En este texto recojo mis reflexiones tras leer la espeluznante noticia sobre un proyecto promovido por la Mars Society, la organización más grande e influyente del mundo promotora de la exploración y el diseño de asentamientos humanos en el planeta Marte.

*****************
 
"Llegará un momento en el que también en Marte habrá que frenar el crecimiento ..."
 
... Tiene gracia, los científicos, ingenieros, empresarios, y políticos de puerta giratoria implicados venden estos proyectos como si fueran algo necesario para liberar a la Tierra de nuestra presión crecentista: para poder dejar de machacar la Tierra tenemos que instalarnos en Marte. O sea, no es más que otro negocio sucio (fósil) que también se sube al carro del green washing.

Pongamos como ejemplo la Estación Espacial Internacional: A fecha de 2010 el costo total era de 150 mil millones de US$. Asumiendo 20000 días-persona de uso desde el 2000 hasta 2015 por tripulaciones de entre dos y seis personas, cada día-persona costaría 7.5 millones de US$.

Imagino que esto de poblar Marte hasta llegar a la autosuficiencia (no necesitar suministros de la Tierra) podría ser mucho más caro, pero imaginemos, siendo súper tecno-optimistas, que cuesta 100 veces menos, y que en tan solo un año de suministros se consigue la autosuficiencia. Si el objetivo del proyecto que explican en esta noticia es que vivan allí un millón de personas, esto supone un gasto de 27 billones de dólares.

Obviamente, estos proyectos no van a generar beneficios: mantener la vida en un planeta muerto supone una lucha constante contra los elementos que solo puede generar gasto, por decirlo de otra forma, tasa de retorno energético negativa. Entonces, como para abordar estos proyectos se necesita la intervención masiva de empresa privada (y éstos solo buscan beneficios) esto supone que todo esto al final se pagará a costa de depauperar aún más los servicios públicos y el poder adquisitivo de las clases pobres, aumentando la crispación social, y a más crispación social, más ecofascismo.

Notar que solo estamos hablando de gasto monetario y no de la huella de carbono y demás impactos ambientales. Como indicación, según esta noticia un cohete Falcon 9 emite tanto carbono en un viaje a la Estación Espacial Internacional como 5 vuelos transatlánticos de ida y vuelta. ¿Cuántos vuelos se necesitarían para poder implantar esas 5 ciudades autosuficientes que albergarían 1 millón de personas en total? Imagino que miles, así que fácilmente la huella de carbono de este proyecto (solo la del transporte) podría superar a la huella de toda la aviación comercial mundial, que se supone hay que reducir, no aumentar, si de aquí al 2030 tenemos que descarbonizarnos al 50%.

Por otro lado, recientemente leíamos en un artículo de Umair Haque que la humanidad tenía que hacer un esfuerzo de inversión de 20 billones de dólares para evitar el colapso de la civilización. Esto supone alrededor de 7 dólares por cada persona-día durante un año, contando 8000 millones de personas. Este es el verdadero coste si de aquí al 2030 tenemos que descarbonizarnos al 50% y queremos quedarnos en una economía estacionaria sin disminuir (ni aumentar) nuestro estándar de vida (también escenario súper tecno-optimista). En ese artículo se dice que es un esfuerzo titánico imposible de realizar sin desmantelar el capitalismo. Sin embargo, hemos visto que según los alucinados del proyecto marciano, para salvar la Tierra de nuestro crecimiento, proponen llevar a un millón de personas a Marte con un coste equivalente (tirando muy por lo bajo) al coste necesario para salvar a toda la civilización industrial del colapso.

En definitiva, o bien gastamos 20 billones en salvar el estilo de vida tecno-industrial en la Tierra, o por el contrario, gastamos 27 billones en hacer que un millón de personas vivan de forma autosuficiente en Marte. Creo que las 2 cosas no caben.

En realidad, yo creo que no cabe ninguna de las dos vías y yo optaría por una tercera vía: no hacer nada, o más bien, dejar de hacer cosas, no gastar nada, abandonar nuestros trabajos y ciudades y volver a reconectarnos con los círculos de la vida.

El problema es que no podemos hacer esto por 3 motivos:
  1. somos aún muchos, el planeta no tiene hoy día capacidad de carga para soportar 8000 millones de personas con estilos de vida orgánicos
  2. somos yonquis de las drogas (estímulos cortoplacistas) que este sistema nos proporciona para que no salgamos de él
  3. la coacción ecofascista irá en aumento y cada vez será más difícil escapar del sistema sin ser aniquilado
Y precisamente, porque no  podemos abandonar nuestras ciudades sin más, y para evitar el ecofascismo y la muerte masiva a partir de 2040, Umair Haque propone ese esfuerzo titánico imposible de 20 billones.

Ante esta encrucijada con todos los caminos cerrados, mi esperanza es que, cuando la energía y materiales disponibles escaseen lo suficiente como para que la debacle climática y ambiental nos impida seguir extrayéndolos (o reciclándolos), tampoco será posible mantener el control ecofascista sobre todo el territorio, la población se habrá reducido mucho (no es un deseo, es la realidad prevista a partir de 2040) y se volverán a dar las condiciones propicias para volver a la vida orgánica circular.

No sé qué nivel de producción tecno-industrial es compatible con la posible permacultura futura, ni cuánto conocimiento científico-técnico conservaremos para entonces, o cuánto recordaremos de los errores del pasado y qué nuevas realidades imaginadas (mitos) serán necesarias para evitar reproducir procesos civilizatorios de dominación insostenibles en el tiempo.

En cualquier caso, los restos de la depredadora civilización devastada perdurarán durante muchos siglos como una pesadilla recurrente en los sueños de los pueblos futuros, si es que llega a haberlos ...
 
"Un árbol, por ejemplo, incluso desde nuestros mitos de reducción mecanicista, es una máquina de una eficiencia y capacidad a años luz de lo que el mejor ingeniero podría soñar. Un árbol absorbe una pequeña parte de la energía incidente para fijar el disperso CO2 en su propia estructura, participando en el ciclo del carbono, donde éste se recicla a tasas de más del 99,5% (nuestra civilización no recicla nada a escala amplia por encima del 50%). Además, usa la mayor parte de la energía incidente para participar en el ciclo del agua de Gaia, con lo que, además, sube los nutrientes que necesita desde el suelo (al que contribuye a formarse y enriquecerse) hasta las ramas y las hojas. Esta “máquina” es capaz de autorrepararse y resistir tormentas que pocas estructuras humanas resisten, es capaz de sobrevivir, si así se le requiere, durante miles de años, y es capaz de generar un bosque y de alimentar a humanos y animales. Debajo de él hay un microclima cuya sombra es más eficiente para enfriar el suelo de nuestras ciudades que nuestros mejores “aires acondicionados”. La pregunta es: ¿cómo no hacer sagrado a alguien así?" [Carlos de Castro, http://www.albolafia.com/trab/Alb-Doss-010.CASTRO.pdf]

Para alcanzar una economía sin crecimiento y evitar que colapse, es necesario aprender a reciclar casi todo lo que se usa, y no es posible aspirar a una vida con altas tasas de reciclaje si no está basada en la circularidad orgánica. ¿Qué sentido tiene entonces aspirar a que en Marte, un planeta sin capacidad para albergar vida, algún día podamos reproducir esos ciclos orgánicos, mientras seguimos destruyendo los que tenemos en la Tierra?
 

No comments:

Post a Comment