Thursday, April 22, 2021

CARTA A GREENPEACE

 


Esta es mi carta de respuesta a uno de los e-mails, con vocación activista, que me llegan regularmente de Greenpeace, organización de la que formé parte durante un tiempo y de la que me di de baja, una vez pasé de ser solo yonqui a ser yonqui consciente.

En esta ocasión, desde Greenpeace, hacen una crítica muy bien fundamentada y acertada, como siempre, esta vez a la legislación que permite que Ecoembes, empresa responsable del reciclaje en España, no se responsabilice económicamente de una parte sustancial de los envases de plástico por los que cobra un canon para supuestamente encargarse de su reciclado. En cambio, somos cada ciudadano a través de nuestros impuestos, los que financiamos la gestión de esos residuos que deja de gestionar, de manera negligente, Ecoembes.
 
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Para mí sí que tiene sentido que paguemos 36 euros al año de más cada individuo para que los ayuntamientos nos recojan la mierda de plástico que compramos todos los días en los supermercados. Sí, Ecoembes cobra por cada envase, incluso por los que no recogen, pero cada uno de los consumidores también recibimos un "beneficio" por cada envase que compramos, aunque ese beneficio sea una dosis de la droga que nos mantiene anclados al sistema que legitimamos a diario con nuestra conducta consumista.

Además, ni de lejos pagamos el precio real que vale ese envase, ese trozo de la naturaleza triturada, ese pedazo de futuro esfumado. No deberíamos pagar 36 euros de más al año, sino 36 mil, y así dejaríamos de comprar plástico y nos desengancharíamos por fin de esa asquerosa droga.

Para vosotros, Greenpeace, el consumidor que ha de apoyar vuestras campañas nunca es el culpable, siempre es el sistema, aunque se dé la paradoja de que ese sistema solo exista porque nosotros los consumidores lo legitimamos a diario. Porque claro, no queda bien llamar culpable al que tiene que financiar vuestra actividad, el consumidor de a pie. El mismo que ha de financiaros es el que sostiene todo el tinglado que tanto prometéis que vais a regenerar con vuestras campañas.

Miren, Greenpeace, parece que ustedes hagan una labor necesaria porque informan de cosas que no nos llegan por fuentes de la corriente dominante, o porque presionen a las instituciones hacia el buen camino, pero no es así. Ustedes solo son fábrica de disidencia. Disidencia de diseño. Su función es hacer sentir al esclavo libre. Libre de toda culpa. Libre de seguir con su estilo de vida vacío de sentido porque ya le ponen ustedes el sentido. Porque solo el esclavo que se cree libre puede ser eficientemente explotado.

Los que amasan poder (destructivo) creen que pueden perpetuar esa explotación eficiente (y creciente) de manera indefinida, pero en el fondo saben que cuando se queden sin base que triturar, ellos también caerán.

Vosotros, Greenpeace, y Avaaz y Médicos Sin Fronteras, etc, etc, cumplís una función importante dentro del sistema, pero de cara a su continuidad, no a su cambio. La gente cree que es mejor que existáis, porque, dado que el sistema va a continuar depredando ad infinitum y no va a cambiar, es mejor que haya mecanismos que permitan al individuo sentirse útil aportando su granito de arena para aplicar la tirita de turno a cada una de las constantes heridas de este sistema sangrante. Mejor salvar una vida que no hacerlo, decís.

Esa es vuestra función, y es legítima, por supuesto, ya que todos, y vosotros también, hacemos lo que nuestras cadenas buenamente nos permiten, que es muy poco.

Pero sería más útil, para aliviar el dolor del mundo, que cada individuo emprendiera la revolución del autoconocimiento y de la autonomía, para poder liberarse de las cadenas del consumo material, para poder librarse del miedo al dolor que se vislumbra sin el soporte de nuestras instituciones, para poder quitarse esa pesada coraza que todos arrastramos y darnos cuenta de que seguimos conectados a una red de vida que es la que nos puede devolver el poder, la autoconfianza.

Sé que es difícil y utópico, porque yo mismo no me siento capaz de hacerlo, no lo haré nunca probablemente ... me quedaré hasta el final ejerciendo de yonqui consciente, y quizás, algún día, decida volver a pagar mi cuota de socio a Greenpeace, y a Médicos Sin Fronteras, y a volver a firmar peticiones de Avaaz, o quizás llegado ese día, el dinero ya no valga nada y todos nos quedemos sin metadona de repente ...

P. D.: Por si alguien que pertenece a Greenpeace se siente ofendido con la lectura de este texto, yo no digo que no valga la pena vivir la experiencia Greenpeace, solo digo que dar por finalizado con eso tu viaje de reencuentro de tu libertad es un error, legítimo, pero un error.

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